Insurgencia y bandolerismo

La primera mitad del siglo XIX fue testigo de un doble proceso de politización y “romantización” de un problema social endémico de la España del momento, a saber, el bandolerismo. La mística de las malas acciones creció a medida que las sociedades occidentales institucionalizaron los derechos de propiedad y la administración en el transcurso del siglo XIX. El carisma de líderes como Espoz y Mina, Zumalacárregui y Cabrera, situaron a España en una galaxia de tácticas irregulares y guerra asimétrica compartida con Su San de la Rebelión Taiping (1850-64) y el Imán Shamil de la Guerra del Cáucaso (1817-64). Al igual que las áreas montañosas de Hubei y Daguestán, España también poseía una topografía accidentada y unas comunicaciones terrestres deficientes que daban la ventaja

a los lugareños ‒y que no eran únicas en el sur de Europa‒.